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martes, 18 de enero de 2011

PALOMO


I

Sentiste el perfume de Manuela, 
confundido en el ambiente.
De pólvora y sustos de guerras, bayonetas.
Arrastrado por las brisas del ocaso, 
junto al olor de la muerte.
Preparando tu crin blanca,
sus cascos temblorosos, 
por la fragancia de violetas.
para el roce de sus manos,´
en su pelambre de brillo blanco, 
como anhelaba Simón.
Conocida por la historia. 
Orgullosa mañana de Agosto siete.
Amanecer de orejas templadas y alertas.
sentado sobre sus ancas, 
cabalgado por la gloria,
en el paseo triunfal por tu querida Caracas.
Héroe de paso elegante, 
de Alazana enamorado,
de negra crin hermosura,
dirigido por la izquierda, 
de su monta libertaria.
Aun no deciden criollos, 
ni mulatos, ni mestizos,
a cual de dos admirar, perplejos.
belleza toda de blanco, 
relincho de Libertad.
Cruzando pantanos,  
Los Andes, y los Llanos,
tras los pasos de Nevado, 
peludo pequeño fiel,
con sus cascos aplastando, 
traiciones de amarga hiel,
A Boves y Monteverdes, 
haciendo el polvo morder,
a coronados hambrientos, 
de la Corona imperial, Realistas,
olfato agudo a lo lejos, ¡ya vienen!,
indicándole a Simón, 
su peligrosa presencia,
preparando ya su coz.
¡Corre Palomo corre!, os llama Manuela,
vuelve pronto Corcel blanco,
con mi amada... con su piel.

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