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lunes, 22 de noviembre de 2010

La Detención del tiempo


I

Las flores amarillas adornaban el pasado.
Plasmado en calles de piedra.
Con damas otoñales, de negro largo vestidas.
Elegantes caballeros, de trajes oscuros y sombreros.
A las catorce y cuarto murió el gran reloj cansado,
dejando la brisa fría, entre el Drago y La palmera.
Árbol de tronco ancho , fría mañana sin palomas,
sin pájaros, sin mariposas ni verbos,
sin aleteo ni vuelos . Solo el taciturno viejo,
escondido tras las dudas, del pasado y sus recuerdos.
Los pesares y la muerte, saturaban el ambiente.
Fantasmas en casas tristes, sin legados, sin memorias.
 Tres mil hijos ausentes. Llegó la llamada esperada.
La calle fría de ecos, de lamentos, sin ayudas ni consejos.
Solo la muerte aguardaba, los años de su lucha callada.
Siguió escribiendo tranquilo tras la llamada del muerto.
vio al fantasma en la ventana , de gris todo vestido.
Sus miserias, sus tormentos.Olor de azufre y estiércol.
¡ Óyelos¡…¿ a quienes ?.
A los tres bustos callados, por las piedras de silencio.
Mañana negra amanecía, de paso largo y pesado.
Tras el gusano perdido, de cien palabras callado.
Lleno de mil historias, de mil cabezas durmientes.
Cargando con pesos muertos, sin cabeza y en rodada.
Llegó a la puerta, la de cristal, la del reflejo de vidas.
Largas líneas esperaban, el concierto de las agujas.
sin violines ni claveles, solo penetra , deja verter tu sangre,
de grave y espeso rojo, a escondidas.
 Tubos de sorpresas, borraron su alegría fresca.
Escribiendo los pesares, de aquella nueva tristeza.
No bastaron palabras dulces, para aliviar lo que sentía.
Quedó parado el reloj, también el suyo por dentro.
Junto al Drago y la Palmera, con sus fantasmas y el tiempo.

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