Era un día normal como cualquier otro sin aparentes novedades. El tráfico por la autopista central que atravesaba el centro occidente del país , se dibujaba cotidianamente, congestionado al máximo. La distancia entre los autos era muy corta. Se notaba la ausencia de cordura y sentido común por la gran mayoría de los conductores. El ambiente estaba saturado por una espesa y calurosa niebla. Unos mientras conducían, parloteaban por sus celulares, otros escuchaban las hondas hercianas con sus canciones favoritas, algunas féminas se retocaban el maquillaje, otras bailaban, otra se buscaba en el orificio nasal derecho, lo que no habían encontrado en el izquierdo. En fin, se estaban creando las condiciones para el accidente perfecto. Súbitamente, uno de los autos clavó sus frenos, y se desencadenó en cuestión de segundos la tragedia. Los autos se fueron agolpando uno tras otro, solo se escuchaba el crujir de lata y fibra de vidrio. Desde el momento del primer impacto, transcurrieron alrededor de siete segundos. Tras el desastre, se escuchaban lamentos desesperados desde el interior de los vehículos involucrados. Al ver el drama, uno de los conductores que circulaba por la autopista realizó una llamada de emergencia. Tiempo después, el ambiente se vio plagado de sirenas alusivas a una gran tragedia. Las unidades responsables estaban en el lugar. Ambulancias, socorristas, la policía local, y el jefe del cuerpo de bomberos para esa guardia, el Sr. Antonio Valladares. Todos los heridos fueron atendidos con prontitud y trasladados a hospitales cercanos a la ciudad de Valencia. En cifras totales, el accidente culminó con un fallecido y ocho heridos. Siete de los mismos, fueron atendidos adecuadamente dependiendo de la gravedad de sus lesiones. Pero un lesionado en particular, no había podido ser rescatado aun. Su cuerpo permanecía atrapado entre un amasijo de metal, y los bomberos, a pesar de los esfuerzos, no habían podido rescatarlo. A pesar de los innumerables intentos con la cortadora de metal usada por el cuerpo bomberil. En estos casos en particular, hacia falta una herramienta especial. Su traslado hasta el lugar del accidente demoraría 45 minutos mas. Mientras tanto, la persona atrapada dentro del auto se desangraba irremediablemente, y para la hora de llegada de la herramienta especial, ya hubiese dejado de existir. El Sr. Valladares pensaba y razonaba otra salida eficaz. El hombre fallecía ante sus ojos, se sintió impotente, de pronto pasó por su mente la violación de la Norma. Hizo señas a una grúa que merodeaba por los alrededores. Llamó y ordenó al conductor enganchar el automóvil con el herido en su interior. Para ser trasladado al Hospital mas cercano, ubicado a solo tres minutos del lugar de los acontecimientos. En la movilización, los acompañó un medico especializado, que como pudo, logró introducirse en la unidad siniestrada, acompañando al herido, para mantener a duras penas sus signos vitales. Cuando el auto con el herido llegó al Hospital, lo esperaban un equipo de médicos y enfermeras especializado en estos acontecimientos particulares. A la victima, le fue realizada una transfusión de sangre dentro del auto. Ya estabilizado, los Bomberos procedieron a cortar el amasijo de hierros. Posteriormente, el herido fue hospitalizado, y al cabo de dos meses, se encontraba de regreso con su familia disfrutando de una vida normal.
Ahora me pregunto, ¿Qué hubiese sucedido si el Sr. Valladares no hubiese violado la Norma?. Seguramente el lesionado hoy. Se encontraría acumulando aniversarios de muerte, y sus seres queridos, seguirían dedicando su tiempo, a intentar cobrar el seguro de vida, y a llevarle florecitas semanalmente al cementerio. Provocando la alegría eterna del dueño de la florería adjunta al campo santo. En fin, este corto relato tiene como finalidad. Lograr la comprensión, de que en ocasiones especificas, y por razones especiales. No estaría mal la violación de una norma. Aun mas, de los que viven de ella, y flojean, araganean, zanganean etc. Es necesario por cuestiones de humanidad y sentido común, la violación de la "Normativitis": Enfermedad usada por los flojos, araganes o zanganos. Como muleta de apoyo para flojear, araganear, o zanganear. Grave enfermedad que muchos padecen, especialmente y por desgracia, la mayoría de los empleados públicos. Estos son victimas de este peligroso virus. Pagando las consecuencias y sus efectos, los ciudadanos, que de una u otra manera, tenemos que lidiar con un estado que contrajo esta mortal enfermedad hace muchísimo tiempo. La sociedad del consumismo salvaje. La corrupción con sus absurdos Coloquialismos: " No me déi na...pero ponéme donde hay", " Quitáte tu pá ponéme yo", o..."a mi que me importa vale... muérete", en definitiva. La perdida del espíritu de solidaridad del que alguna vez, hacían gala nuestros indígenas, nuestros originarios. Veo con molestia como otras razas se ayudan entre ellos, y aquí, nos empeñamos en hundir lo mas que podamos a nuestros iguales. Es el egoísmo heredado de un consumismo salvaje. Como lo menciona en forma constante el Papa Francisco, Cuando nos invita a la reflexión, para recuperar la esencia humana de nuestra existencia. tr. Volvamos al tema principal…la bendita Normita. La norma nos enseña por ejemplo, que si estamos contratados para pelar papas, no podemos pelar un tomate, que si fuimos contratados para recoger papeles, no podemos recoger un cartón o ningún otro material, ¡por Dios!, que absurdo, la mas subliminal estupidez. En conclusión, para hacer siempre menos de lo que hacemos, y si es posible, concluir el día si hacer nada, viajando constantemente a la cafetería mas cercana, a tomarnos al menos, un guayoyo, y bajar y subir del ascensor...para creernos un yoyo, chismear, y hablar mal de todo aquel que halla tenido la desgracia de cruzarse ese día en nuestro camino. Para ir concluyendo el tan embadurnado tema. Quisiera invitar a todos los lectores, principalmente a los normativístas cabales. A realizar el siguiente ejercicio mental:
Supongamos que todos los normativístas, tienen que retirar en el edificio de la Norma, un certificado que los abale, como estrictos seguidores de Norma. Tras cruzar la puerta de entrada del mismo, aparece el primer cartel : “ RECUERDE SEGUIR ESTRICTAMENTE LA NORMA”. Entre risas y cantos, los normativístas desembocan ante una escalera, donde chocan con el próximo cartel que reza : "SIGAN LA LINEA AMARILLA”. Las personas siguen la línea amarilla por las escaleras. Al llegar al tercer piso, la línea amarilla culmina en un balcón sin rejas, y los alegres normativistas se encuentran con el tercer y ultimo cartel que dice : “ FELICITACIONES, HA SEGUIDO USTED ESTRICTAMENTE LA NORMA, AHORA, LÁNCESE AL VACIO". Unos 2 o 3 pendejos (de los que nunca faltan) se lanzarán. Pero el resto, saludará en forma despectiva al cartel, y dirán para si..."Pal carajo la norma". Apuntaran sus zapatos escaleras abajo, por el mismo sitio por donde entraron, y dejaran los pies en polvorosa. ¿Les gustó la historia? , espero que si. La paradoja radica en entender, que por motivos de humanidad, o cuando se está en riego la propia existencia se puede violar la Norma. Que en la actualidad solo es violada, cuando los empleados públicos o no. Se encuentran con un amiguito o amiguita, o un amiguito o amiguita de su amiguito o amiguita, en fin, cuando se les da la realísima gana, proceden a violar a la pobre Norma. Ahora bien, tenemos que tener cuidado de aquellos llamados"LOS VIVOS", que no son mas que aquellas personajes de cualquier género, que se van acercando lentamente a las colas. Y al menor descuido...ÑACAÑACA... se nos colean, y salen con la excusita de siempre…” ejem, ejem… " Es solamente para hacer una preguntica pana”. Cuando esto suceda, respondamos todos en coro, “ AQUÍ ESTAMOS TOÍTICOS PARA HACER UNA PREGUNTICA PANA”, HAGA EL FAVOR DE HACER SU COLA". Bueno mis queridísimos lectores. No me queda mas que despedirme, no sin antes recordarles, que la única solución factible, para enderezar a Norma, será cuando se enaltezca el trabajo, y se despierte definitivamente el espíritu de solidaridad de nuestros antepasados...so long.
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