I
Camine, sobre mosaicos de piedra…apurado,
todavía con suelas llegue a las puertas del purgatorio,
olor a muerto reciente, con velas, lamentos y lagrimas,
perfume de cirios apagados, rodeados por sus almas.
Llegue a la puerta de los narcisos, el espejo de las ultimas miradas,
pasamano de madera, apretado por puño derecho…cansado.
La puerta…¡ Por fin!, rodeado de mujeres se encontraba el secretario,
por doncellas blancas torturado, unas bellas, otras no tanto.
Vengo a pedir una cita, con ese Dios que no encuentro.
Frailes grises, dejaron caer sus colores,
los de fuera, los de dentro, sonrió nervioso el convento,
los de fuera, los de dentro, sonrió nervioso el convento,
¡ No esta !, me contestó, al menos por el momento,
busque en el otro, donde se encontraba ella.
La musa de Nino…aquella de mis tormentos,
salí apurado a su encuentro, presuroso, fue inútil el esfuerzo.
Cruce de nuevo Los dragos, Las Palmeras y Rosales,
llegué de nuevo cansado, a la puerta de los Narcisos,
era tarde…mas de cinco, y este Dios que no llegaba,
pregunté ¿ Donde estas Dios?...y nadie me contestaba.
Le pregunte a los Ateos, a Indúes y Budistas,
a practicantes y fariseos, a los pobres, altruístas,
Musulmanes , Protestantes, socialistas y Comunistas,
los del centro, de derecha, los que llaman izquierdistas,
a fascistas, a testigos, a ortodoxos y danzantes,
preguntaba y preguntaba…y nadie me contestaba.
Mire al cielo…y lo ví, tras circulo negro de manta,
en un agujero mudo, de tiempos y de palabras,
donde surgió la luz, de las sombras, de la nada,
donde todo volverá, cual remolino implacable.
Ya se donde estas mi Dios, ví tu índice ambidiestro,
apuntando al infinito, arriba en el firmamento,
al final de las estrellas, al final de las galaxias,
donde no llega el ojo diestro, ni el de los hombres expertos,
en ese punto sin luz…donde volverá la vida,
con su principio sin fin…eternamente ¡Dios!.
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