I
Guardián de siete hijos echados en el mar,
con hondos barrancos, que dejan caer el sol de los ocasos.
De nieves invernales bañado,
como un sabio pensativo.
Temblores de furia guardada dé Morunos y Tizones.
II
Gigante ancestral de basálticos,
filarmónica de traquitas y fonolitas de sales.
Montaña blanca y Majúa llenas de tiempo y zahorras.
De Obsidianas por tus Guanches,
las defensas fabricadas.
III
Caminos de violetas tus cañadas,
muerte lenta de muflones por conejeros acabada.
Raros musgos con borrizas, huesped de fumarolas,
orejudos voladores que pasean,
Por cardos de plata dormidos.
IV
Deja dormir en su siesta,
á tus hijos en mar echados.
Sigue ocultando tus soles, en tus barrancos profundos.
Sigue pensando viejo sabio de furias adormecidas.
De hombros largos y plateados... en tus laderas cansadas.
V
Majestuoso modelo de postales, maquillador de laderas,
de arco iris matizadas, con trazos azules y sienes plateadas,
los dulces rojos cansados de tu crepúsculo suave.
Admiración de propios y extraños, de tu cielo y tus estrellas.
¡Patrimonio del mundo!...por tu grandeza y belleza.
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