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martes, 3 de agosto de 2010

La Reina y el capitán



I
 Jardines imperiales,muros de piedra con tronos, 
plebeyos,testigos mudos 
adornados de opulencias y de flores, 
de platónico amor,callado, 
hablando solamente, el lenguaje de pestañas cerradas, 
coronas ceñidas, pasos lentos, flotando en el tiempo.
Lo prohibido, lo inconcebible... lo absurdo..
 Te prometí mares nuevos, 
oro, cielos en calma y estrellas, 
y sin saberlo majestad, iba a encontrarme con ella, 
llevaría tu olor, tus manos, tu recuerdo, 
tus ocultos anhelos, llegarían tus hijos y los nuestros. 
 Desembarco, oscura tarde de marejada y vientos, 
verla solo a ella tocando tierra primera, 
de traje solo vestida con largo collar de perlas, 
amor, enamorado, sus ojos en los tuyos, 
ilusionado de ti...enamorado mi reina. 
De sus cabellos, de sus ojos... tan iguales a los tuyos.
  Puse su nombre en el vuestro, 
tu abolengo y dinastía, 
nacieron los hijos, sus voces. rubios y elegantes, 
traviesos, sus saltos y alegrías, 
solo un fraile conocía la verdad...mis confesiones. 
Me rescato ella de la herida, del dolor de lanzas y flechas, 
me cobijaron sus brazos, su ternura, su pasiones. 
  Llegó la muerte, bajo tierra me abrazaste, 
desnuda, volviste a mi en la eternidad. 
Viajaron los rubios con oro, 
llenos de cielos y estrellas, 
para amarlos como tuyos, a pesar de las querellas, 
de lo que hablen aquellos, y aquellas, 
mis ojos, mis dos amores y reinas.

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