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Hocicos fríos, apurados, encrespados como el susto de los gatos
Treinta y dos patas nerviosas…tras los celos de una perra,
Cada cual, defendiendo a mordiscos, su territorio de guerra
Saltó el trampolín, paso la calma, ya rumoraban sus deudos.
II
Llegará la muerte, rezaran sus cirios, todos vestidos de gato,
La convicción del engaño, el humo azul de la plaza de San Pedro,
autoridad de los tanques, de los gases, de las balas y el maltrato.
El primero sin ruidos, el marrón cantando…la suerte triste del cedro
III
pedales cansados, tambores locos…anunciadores de fiestas,
voló el volante, se abrió la puerta, recuerdo la frase del tuerto,
quedando pedazos, pulsantes, adormecidos…de las heridas abiertas.
IV
Despertando junto al alba, el pozo azul vigilado, por la iguana del falso beso,
serenatas de cuatro soles, en los remansos del delta… de aguas mansas y recias.
No me comeras, me comeré a mi mismo…muriendo el ratón de queso.
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