I
Retumbó
en los oídos de aquella tarde vacía…el amor,
el eco de un viejo tambor demente, ido, sin
vida,
perforado
por redobles, de resonancia herida…el dolor.
tocado
por el fantasma de aquella guerra perdida.
II
Tocó
el fondo baboso, pleno de piedras y algas.
Nadó
Sebastián, de nuevo con vida, tras rubia sirena bella.
Surcaban
sus muelas…los dominios de las anclas.
Buscó
el aire, las escamas, el imán del norte y su estrella.
III
Sus
ojos abiertos, golpearon la cresta de verdes olas,
cerrándose
de nuevo, a imaginar su destino,
sintió
el golpe de la piedra, y el sacrificio de las molas.
IV
Ancló
sus muelas, nervioso, cojo…se baño de rojo y arena,
miró
al Oeste, al Este, al Sur, y vio la estrella del Norte.
De
verde esmeralda y aletas abiertas, su linda rubia sirena.
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