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viernes, 20 de julio de 2012

EL DURAZNO QUE SE CONVIRTIÓ EN ALMEJA.

                                                                                   I
    
La página  abrió el pasado, 
tras la penumbra del sueño, aun sin Norte.
Cuatro letras esculpidas, en las paredes del alfa…amor.
Cruzaban  la calle, inválidos mentales, hurracas de verde.
Vestidos de caminos, de mentiras, 
de lluvias y de parlantes.
Alzando fruteros, vacíos de frutas.
Atrás la corte sola…sin suerte.
solo un durazno asustado, sonrojado de rubor.
Dos peceras sin peces, 
peleas sin escudos, el combate de las lenguas.
Al final del camino, solo dos pinos heridos, 
escritos en pergamino.
Un bolso con tres panes, 
dos pedazos de queso  y tres botellas de vino,
Asidas de mano, la esperanza y la certeza, 
paradas sobre el destino.
Oscurecida noche de negro profundo todo, 
buscando la luz de un cocuyo,
Lectura en silencio del armisticio, 
lid de rezos buscando la tregua,
Ausente mirada, viendo triste, 
la misma ventana carente de colores.
El durazno de tus labios,  vestido de rojo todo, 
con sabor a mil pesares.
Las palabras olvidadas, sin sentido, sin motivo, 
bañadas de hiel orgullo,
Eran de amor, de sueños. 
Articuladas mucho antes de pensarlas.
Imaginaba tus besos, pausados, sin aire, 
como el morder  a un durazno.
Tierno, dulce, húmedo, tibio, lento y desquiciante.
El mismo sabor callado, entre lo dulce y lo amargo.
calmar tu piel enfurecida, tantas veces vacilante.
Los ojos del embrujo, escondidos, 
tras la cascada de lagrimas.
Dejándose caer junto a la lluvia, 
por los surcos de una sombrilla rota.
Intenté cruzar a tumbos, 
el círculo protector de tus lanzas…antes de la purga.
Cayendo mi corazón, 
junto a tus pies en la espuma,
Chapoteando, los últimos latidos de mi bandera,
Abatido, desecho, sin defensa, 
como al revés de la tortuga.
Ante el encanto de un durazno, 
de capa amarilla y labios rojos.
Cayeron nuestros pesos , 
en las arenas de un turbio rio.
Volaron  las miradas, 
abrazadas, encantadas, de plumas negras.
Posando sobre la rama, 
de un pobre indio desnudo, sin piel,
donde se ató el maleficio, con cinta rosa. 
El conjuro de tu amor.
bailaron los corazones, al compás de las canciones.
Cantaron dos monos aulladores,
en delirios de pasión.
Verde y extraña visión, 
de blanco oscuro… de rejas,
El regreso del cansancio, 
de su aroma…de su falda,
Abandonada en la arena, 
la piel desnuda de aquella almeja.

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