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miércoles, 4 de julio de 2012

BOLIVAR VIII

 

En el mes de Noviembre de 1820, Sucre inició la conquista de Ecuador, al mismo tiempo que el Libertador era victima de los primeros golpes de la enfermedad que eventualmente acabaría con su vida. El Mariscal Sucre dirigió la armada Colombiana en la conquista del Perú. En 1824, ocurrió la Batalla de Ayacucho, que destruyó los últimos remanentes de la armada Española que permanecían en América del Sur, esta se convertiría en la gran victoria de Sucre. El Mariscal, condujo también la conquista del alto Perú,  fue el primero en declarar el territorio conquistado como una nación independiente, y le dio por nombre “Bolivia” en honor al grande de América.
En esos arduos momentos, llenos de  envidias, traiciones é intrigas, Sucre permaneció leal a Bolívar, reafirmando el calificativo de ser…el mejor de sus amigos. El otro personaje fundamental en  la etapa de declinación de su brillo inmortal, fue una hermosa mujer de nombre Manuela Sáenz Thorne; hija ilegitima de un español llamado Simón Sáenz Vergara, y una Ecuatoriana llamada María Joaquina Aizpuru. La joven Manuela, desde muy temprana edad, tuvo que aprender a enfrentar lo que significaba para la época, el estigma de la ilegitimidad, condición considerada para los tiempos, como un crimen social con características de gravedad a pesar de que ocurría con relativa frecuencia; a Manuelita le importaba muy poco lo que pensasen de ella las personas, aun mas, cuando intentaban avergonzarla ó degradarla, se sentía mas orgullosa de lo que era y representaba. Poseía un temperamento fuerte y apasionado, y ante el estigma social bajo el cual vivía, reaccionaba violentamente con la pasión que la caracterizaba, y fue quizás esa misma pasión, la que embrujó al Libertador. Aprendió a disparar y a montar como un hombre, y a convertirse en una experta en las artes del amor, como la Diosa cautivadora que era. Obedecía solamente a sus caprichos y fantasías. Asistía a clases para el bienestar de su alma, al convento de Santa Catalina, del cual, como cuentan las habladurías de la época, fue raptada por un soldado de apellido D’elhuyar. En 1817 a su 25 años, contrajo nupcias con un rico comerciante Inglés que le doblaba la edad. Después de la separación de su marido, y tras conocer al Libertador, Manuela aceptó las atenciones de Bolívar, tomándolas como un deber personal. Ambos se conocieron en una fiesta que se celebraba la liberación de Quito donde ella residía. Manuela, fijó su mirada en Bolívar, y pocos meses después, el grande de América, sucumbió antes los encantos de la hermosa mujer. Manuela lo siguió al Perú y luego a Colombia, amándolo y sirviéndole con una fanática devoción, nunca se arrepintió de su relación con Bolívar. En una de las cartas de amor dirigidas a Manuela. En la misiva del 20 de Abril de 1825, se refería a su amada con estas hermosas palabras: “Mi bella y buena Manuela, Cada momento estoy pensando en ti y en el destino que te ha tocado. Yo veo que nada en el mundo puede unirnos bajo los auspicios de la inocencia y el honor. Lo veo bien, y gimo de tan horrible situación por ti; por que te debes reconciliar con quien no amabas; y yo, porque debo separarme de quien idolatro…si, te idolatro hoy mas que nunca jamás. Al arrancarme de tu amor y de tu posesión, se me ha multiplicado el sentimiento de todos los encantos de tu alma y de tu corazón divino, de ese corazón sin modelo.” Incluso cuando la notoriedad la condujo al señalamiento y a la desgracia, después que los enemigos del Libertador indujeron a este a exilarla de la Gran Colombia. Residiendo en Lima, En 1827, es enviada al exilio, dirigiéndose a Quito y después a Bogotá, donde manifiesta por la prensa su adhesión a la causa de Bolívar, después de sus declaraciones, fue perseguida y finalmente acusada de conspiración. Todos sus bienes fueron confiscados en Colombia. Radicó los últimos años de su vida en la población de Paita en alto Perú. En el año de 1847, es asesinado su marido en Pativilca. En 1857 a consecuencia de la difteria, fallece la Libertadora del libertador. La Coronela muere en absoluta pobreza, rodeada de 3 fieles sirvientes y un baúl repleto de memorias. Sus restos fueron encontrados en el cementerio del poblado, aferrados al Cristo regalado por Bolívar.
Manuela Sáenz fue el apoyo de Bolívar, en el momento que mas lo necesitaba; Bolívar moría lentamente mientras empujaba a Perú y a Bolivia en el anillo patriota. La tuberculosis comenzó a destruir su cuerpo y sus energías, dirigidas a sanar las enfermedades políticas que habían comenzado a afectar a Sur América. Desde 1826 a 1830 comenzó a menguar  la luz del sueño de Simón. Después de la eliminación de la amenaza Española a la soberanía nacional, los caudillos se despojaron de sus apariencias, arrancando sus caretas y mostrándose a si mismos, como quienes realmente eran. Las ambiciones personales, ayudaron a desgarrar a Sur América, el mismo Bolívar, describió elocuentemente lo que sucedía cuando dijo: “Si voy al Norte el Sur se desintegrará, y su voy al Sur el Norte se sublevará”.
Aun cuando en el horizonte lo que se avizoraba era la desunión, Bolívar continuó con su plan de más y mas unión para Sur América. Los Bolivianos, le sugirieron a Bolívar redactar su constitución, esta, no fue mas que la destilación de las ideas políticas del Libertador, y pensó en convertirla  en la roca fundacional del federalismo Andino. Tras redactar la Constitución Boliviana y presentarla, las reacciones en su contra comenzaron a tener un efecto profundo en los países que había liberado, y algunos comenzaron a decir que pretendía autoproclamarse como Rey del Norte de Sur América.
En el mes de Septiembre de 1826 Santander llamó a Bolívar, El Libertador partió de Lima en un largo viaje hacia Caracas; en el transcurso del mismo con su armada, se enteró que parte de Venezuela bajo el control de Páez, había declarado su independencia de la Gran Colombia.
Bolívar, quería evitar el enfrentamiento con sus compatriotas venezolanos; clamaba por la conciliación, y en lugar de luchar contra Páez, evitó la guerra, reafirmando el liderazgo del llanero en Venezuela. Páez reciprocó la acción del Libertador, reconociendo a Bolívar como la única autoridad sobre su persona. Bolívar había sancionado la revuelta, y Santander estaba justamente enfurecido por la pacificación; al finalizar este acuerdo, se abrieron las puertas de la anarquía y la posterior desintegración total de la Gran Colombia. De todas formas, la desintegración hubiese eventualmente ocurrido. Perú se acogió a la amada constitución de Bolívar en 1827. La armada colombiana en Perú, se amotinó en contra de la decisión del gobierno peruano y regresó a casa, ese mismo año, amenazó a Ecuador y demandó la anexión de Guayaquil, en otras palabras, en pocos meses, los enemigos de Bolívar en el Sur destruyeron el fruto de 4 años de trabajo.
El libertador luchó arduamente para preservar los remanentes del trabajo, acotó sin embargo, que la revuelta de Páez, era solamente la prueba, de que Colombia necesitaba una constitución más fuerte. Se convocó a un congreso en Ocaña, en este periodo, luchaba contra la influencia de Santander, quien favorecía la soberanía de Nueva Granada con una representatividad limitada. Secretamente, los liberales planificaron el derrocamiento de Bolívar, y en la noche del 25 de Septiembre de 1828 intentaron asesinarlo.
Para el momento de los hechos, Bolívar se encontraba en el palacio presidencial con Manuela Sáenz. Varios hombres armados  lo tomaron por asalto, resultando herido uno de los ayudantes del Libertador. En el interior, Manuela recogió rapidamente las vestimentas del Libertador, é  instó rapidamente a Bolívar a escabullirse por la ventana y poner a buen resguardo su vida. Después del fallido intento, Bolívar se refería siempre a Manuela como “La Libertadora del Libertador”. La revuelta que precedería al asesinato nunca ocurrió. Las fuerzas armadas permanecieron leales a Bolívar, y finalmente los disidentes fueron aplastados. Entre los indiciados se encontraba Santander,  este conocía del plan, y si hubiese estado realmente interesado en la seguridad de Bolívar,  se lo habría dejado saber. Santander fue condenado a la pena de muerte, y después de un indulto, partió al exilio en Paris, regresando después para convertirse en el hombre fuerte de Nueva Granada.
El alzamiento de 1828 fue solamente un síntoma mas. Las reacciones seguían creciendo en los hombros de América del Sur, hasta que cada una de las antiguas provincias de España, habían rechazado el Bolivarianísmo, y se habían declarado cada cual, una nación independiente. Una revuelta estalló al Sur de nueva Granada, Perú invadió a Ecuador, los ciudadanos de Venezuela y Nueva Granada se declararon abiertamente en separación. Para preservar la unión, los colombianos leales comenzaron a considerar algunas propuestas radicales. El gabinete Colombiano planteaba el establecimiento de una Monarquía. Este calificativo, fue lo único que necesitó Páez, para de alguna manera, justificar sus acciones posteriores. Bolívar los invitó a reunirse para que expresasen la forma de gobierno que deseaban, como condición preliminar para una asamblea nacional a llevarse a cabo en Bogotá a inicios de 1830. Los venezolanos, que deberían haber aceptado la constitución de la nueva Gran Colombia, se dejaron llevar por el Sedicionismo y los rumores de Monarquía, apoyaron la independencia de la Gran Colombia. Reuniones, propaganda y carteles, invadieron las calles a lo largo y ancho del país, todos los municipios votaron por ignorar las órdenes de Bolívar. Al final del año de 1829, Páez gritaba orgulloso lo que parecía ser el sentimiento nacional, declarando a Venezuela una nación libre.
Semanas después, Nueva Granada seguía el mismo patrón. En la convención constitucional, Bolívar había hecho el llamado a fortalecer la federación de la Gran Colombia; los separatistas de Nueva Granada llamaban a sus ciudadanos a seguir el ejemplo de Venezuela. Todos coincidían en que los días de Bolívar habían terminado. Los legisladores y oficiales colombianos ignoraron su oferta de continuar siendo presidente. Temiendo la influencia del Libertador, crearon un gobierno anti Bolivariano, le otorgaron una pensión, y bañados de un aura con cortes de hipocresía, lo invitaron a abandonar el País. El 8 de Mayo de 1830, Bolívar dejó por siempre a su querida Bogotá.
Con una vejez temprana, producto de luchas, enfermedad y depresión, Bolívar se dirige a las tierras bajas y al exilio. Fue una experiencia humillante para un hombre que había dedicado su fortuna, su salud y todo su ser, a una gran ideal; a la libertad personal de cada ciudadano, y a la democracia en América y el mundo. El sueño eterno de Bolívar se mantendría vivo con el paso de los siglos.
Bolívar antes de su muerte, aun tuvo que aprender más de la perfidia de los hombres, al enterarse  de la emboscada y asesinato del gran Mariscal de Ayacucho en Julio de ese mismo año en la selva de Berruecos, probablemente bajo la instigación de políticos inescrupulosos, que envidiaban su popularidad e influencia; posteriormente, fue notificado que la Asamblea Nacional de Venezuela lo había declarado prófugo de la ley.
Durante el verano y otoño de 1830, las fuerzas de Bolívar se extinguían. La muerte del Genio de la libertad era inminente. Cuando era trasladado desde Barranquilla hasta su santuario en Santa Marta a través del Magdalena, se encontraba tan débil, que no tuvo fuerzas para desembarcar del barco que lo transportaba, y fue irónicamente un español de nombre Joaquín de Mier , quien lo llevó a su casa ubicada en la hacienda San Pedro Alejandrino en Santa Marta, cuando todos sus compatriotas le habían dado la espalda.
En esos trágicos últimos días, le repetía a José Palacios, su mayordomo de siempre… “hemos arado el mar”, y aun en la cabecera de la muerte, clamaba a los colombianos por la unión. En uno de sus sintagmas finales cargados de coherencia bajo el delirio de la muerte, pronunció algunas de sus ultimas palabras y dijo…” ¡vamos!, ¡vamos!...estas personas no nos quieren en este país, vamos muchachos; lleven al barco mi equipaje.”
En la tarde del 17 de Diciembre de 1830 a la 11 de la mañana, entró en estado agónico, el medico Frances Alejandro Próspero Reverend, contratado por el General Montilla el primero de Julio, lo narra de la siguiente forma : “Me senté en la cabecera, teniendo en mi mano la del Libertador, que ya no hablaba sino de modo confuso. Sus facciones expresaban una perfecta serenidad; ningún dolor o seña de padecimiento se reflejaba en su noble rostro. Cuando advertí que la respiración se ponía estertosa, y el pulso trémulo, casi insensible y que la muerte era inminente, me asome a la puerta del aposento, y llamando a los Generales y a los demás que componían el séquito de Bolívar, exclamé – Señores, si queréis presenciar los últimos momentos y el postrero aliento del Libertador…ya es tiempo-. A la 1 y 7 minutos de la tarde, el genio de America dejó de existir; José Palacios caminó hacia un rincón  de la habitación y exclamó con lagrimas en los ojos...“Ha muerto mi señor”. El General Montilla no pudo contener el llanto y dijo también...“Ha muerto el sol de Colombia”. En los  momentos finales del Libertador, lo acompañaban también en el aposento de su muerte los Generales: Mariano Montilla, Laurencio Silva, José de la Cruz Paredes y José María Carreño, el coronel Belford Wilson, el capitán Adres Ibarra, Juan Glenn, José María Molina, Joaquín de Mier, el doctor Manuel Pérez Romero, el doctor Prospero Reverend, Manuel Ujueta, el notario José Catalino Noguera, su sobrino Fernando Bolívar Tinoco y su mayordomo José Palacios. El doctor Reverend cerró sus ojos; cuando se disponía a colocarle la mortaja, se percató que la camisa del Libertador estaba rota, y ordenó traer una de las propias y exclamó, “Bolívar no vestirá una camisa rota”. Finalmente, lo vistieron con una camisa mandada a traer por el General José Laurencio Silva. Despues de vestirlo, el propio Reverend, cubrió su cuerpo con la bandera de Colombia. El General Montilla envió rápidamente la noticia a Caracas; tras el rápido cabalgar de muchas leguas, y tras cruzar la frontera con Venezuela, la noticia llegó a manos del Alcalde de la ciudad de Maracaibo, quien redactó posteriormente la ominosa declaración.  171 años después de su muerte, su luz continua alumbrando los nuevos amaneceres de Libertad en muchos pueblos del mundo, y sus enseñanzas, continuaran erguidas para erradicar los vestigios de Colonización y Esclavitud restantes en el mundo. El comité de descolonización de los pueblos en la O.N.U., deberá finalmente dedicarse a hacer realmente su trabajo, dejar de cobrar sueldos de apariencias, y devolverle a los aun pueblos colonizados y esclavizados del mundo…su Libertad.

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