I
El mismo, más bien parecido,
engaño del verdadero perdón.
Quiso ser otro hombro,
en la tibiez del mar muerto,
Deseó ser la palma, que descansó en el trapecio.
Un desafío, Alejandría, manipulación.
Corriente tosca del río,
Maestro de persuasión.
¿En quien confías?.
¡En lo negro aun siendo blanco!,
engaños de gris locura, bañada de cruel mentira.
Antifaces de Venecia,
danza de la barriga, el veneno de Lucrecia,
Oculto cáliz de oro y plata, lleno de blancas hostias,
morirse sin aire, y sin lengua.
Vestido de pavo real, miradas,
con el último ojo de la pluma, sin espejos.
Lenguas gordas, el castigo de sus cuerpos.
Irreverencias, palabras,
caso omiso de la muerte.
Que mas da, falta una para cuatro, y tres para el gato.
Eso pensaba… el inválido mental.
Seiscientas setenta y dos excusas os vieron,
para seguir conspirando,
puedo vil seguir, inútil, un servil del falso Dios.
Reposo de años, sin escuchar a los vivos, ni a los muertos,
ni aquellos del purgatorio,
cuentas pendientes de mi rosario.
Dejó de correr la sangre,
por ramales de muchos ríos,
secándose mil raíces,
quemadas cual caña seca,
viendo la cruz blanca,
en cielo claro y nuevo.
Mire atrás, marcada estaba la puerta,
con la sangre del cordero.
Cenáculo, Doce en claustro velando,
veinticuatro hombros, tras una conspiración.
Negro pensamiento, envidia de su mentor,
bautizó la cruel traición.
Murió el espíritu esperando,
el cuarto regreso del alma.
Vida nueva, resurrección.
La luz, la palabra, el verdadero perdón.
El oráculo de su pasión...Amor.
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