Esa larga tarde de la temporada lluviosa de un domingo cualquiera, los vapores ahogados por el calor húmedo, se respiraban en el ambiente de la ciudad de los espantos; ese día, había transcurrido con una aparente normalidad, a no ser por la visita de Ambrosio Pesares esa mañana, a la gallera ubicada justamente a cuadra y media de la casa de su madre, con quien vivía hacia 52 años, Ambrosio, muy a pesar de los deseos de Gallardina, nunca se había casado, y las esperanzas de su madre de perpetuar los genes de un inseminador fugaz de apellido Pesares , que muy a su pesar, cincuenta y tres años atrás, con el cuentecito de una guitarra melancólica acompañando rancheras añejas se había aprovechado de su cuerpo, sobre una estera sucia echada sobre el piso rustico del cuarto de su abuelo, vigilados por un caballete ancho, colgado aun por el soporte cansado del madero central. El fruto del romance de la estera, contrarió desde sus 16, el anhelo mas grande de su madre, que no era otro, sino el de verlo convertido en un padre de familia ejemplar, lo que nunca hizo el galán de las esteras; a pesar de los innumerables intentos de su hijo, quien durante toda su vida se dedicó a reivindicar la mala fama de su progenitor, e intentó encontrar a la mujer ideal, pero estas al final, lo abandonaban por su personalidad bohemia y actitud irresponsable, la única novia conocida de larga duración, fue una dama bautizada con el nombre de Amarilda Gutierrez, una madurita de 31 años, hija de su tío Escobedo, que residía en el caserío cercano de Boraure, y que fuese presentada por su propia madre, al realizarle una visita a su hermano, después de su ultimo contacto, en el velorio de su abuela materna, hacia siete años atrás. Amarilda, era poseedora de innegables atributos, que envolvieron desde el velatorio mismo, a el galán envejecido, Ambrosio esa misma noche, llevó a Amarilda al interminable patio trasero de la casa de su abuela, donde sostuvieron un fugaz y apasionado encuentro a la luz de la luna, recostados a una incomoda Ceiba. Ambrosio rasgaba de oído, una vieja guitarra brasileña, dejada por su amigo “el Templao” antes de morir de una cirrosis hepática el año anterior, tras ingerir durante 15 años un cocuy de producción local, fabricado en la colindante población de Yaritagua, y con una marca sugestiva llamado…“Gloria”. Amarilda, se convirtió, en la única mujer conocida hasta ese entonces por Ambrosio, y después de convivir en concubinato, en la casa de Gallardina por siete años, falleció en 1969, después del padecimiento de una larga enfermedad. Una de las debilidades adquiridas por Ambrosio, eran las apuestas de gallos; este se dirigía religiosamente todos los domingos, a una gallera localizada en la Av. 10 con la calle 20, al lado del estadio Héctor Agustín Vargas, y diagonalmente ubicada, frente a la entrada del lúgubre viejo cementerio de la ciudad de los espantos; en cada oportunidad que Ambrosio entraba a la gallera, contemplaba la entrada misteriosa del nunca regreso, recordaba los momentos cuando cargó con su hombro derecho la urna de su compadre, y se aliviaba pensando - bueno…bastante jodio el carajo…que caray…¡jodimos! - . Ese domingo, tras ubicarse en primera fila, en la bulliciosa confrontación de las espuelas, notó con desconcierto, que se sentó a su lado, una hermosa morena, dotada de un cuerpo alegre y perturbador, y rodeada de una cintura que le recordaba constantemente la figura de la guitarra obsequiada por su difunto compadre; - ¿estas sola? - , pregunto Ambrosio, - ¡desde este momento no! -, contesto la belleza, - ¿ quieres un cigarrito? - , pregunto Ambrosio, - bueno -, contestó Gloria ; momento que aprovecho el otoñal galán, para abrir una cajetilla de Lido, y obsequiarle un clavo mas para la urna a su encantadora vecina, esta, tomó en forma delicada el cigarrillo entre el índice y el medio de la derecha, y apuntando el gesto a la cara de Ambrosio, este, procedió raudo a encenderlo, y tomando la musa celestial una profunda bocanada de humo, exhaló todo el contenido de sus pulmones, sobre la cara perpleja de Ambrosio…tras lo cual, este exclamo, - ¡que humo tan divino! , contestándole la hermosa mujer… - ¡ y eso que no has visto la candela mi amor!, esas palabras, acabaron de fulminar el corazón de Ambrosio, quien se rindió desde ese momento, a los coquetos encantos de la hermosa acanelada mujer, de la cual, no conocía ni su nombre, momento en el que aprovecho para preguntárselo, - ¿Cuál es tu nombre muñeca?, esta, pensándolo un poco, le contestó…- Gloria my amor…Gloria -, y tras pensarlo por unos minutos, el anonadado galán…le replicó,- Gloria, Gloria…Gloria, a la Gloria te voy a llevar, y sin pensarlo dos veces, estampó un beso con sabor de ultimo día, en los carnosos labios de la escultural mujer, esta le devolvió el atrevimiento, con otro de mayor intensidad, con olor tabaco chamuscad, y con un raro sabor…a muerte. Ese domingo preámbulo de la fatalidad, transcurrió según lo planificado por Ambrosio; introdujo en su habitación a Gloria a las 11 de la mañana, aprovechando el echo de encontrarse solo, tras salir Gallardina temprano esa mañana, a visitar a un allegado en el caserío de Tartagal, esa tarde de exageradas ingestas de Gloria, y desenfrenadas pasiones, culminó a las cinco de la tarde, de un domingo anegado por una lluvia gruesa, que golpearía al pueblo hasta el siguiente martes. Gloria, abandonó la casa a las seis y media de la tarde, de ese desenfrenado domingo de pasiones, al cruzar la calle 18, escuchó un frenazo a sus espaldas, era su vecino Clementino Arriaga, quien vivía tres casas abajo, en la vecina población de La Cañeria, caserío ubicado, frente de la ciudad de los Mitos y las leyendas, la de los encantos, de los santos y los no tanto…y de los espantos; cuando escuchó la voz de Clementino borracho como una uva, que le preguntaba, - ¿te llevo my amol?- , y esta le contestó pícaramente, - esta bien vecino, pero antes, me invitas unas cervecitas- , - ¿quien dijo miedo?-, replicaron los 120 kilos, y picando cauchos, arrancó rápidamente, tras la insinuación coqueta de Gloria; al cruzar la autopista Centro Occidental, el gordo le informó a Gloria, que conocía al dueño de una cantina en el caserío La Virgen, y que el antro en cuestión, tenia una rockola nueva con canciones de Los Panchos y de Los Diamantes; Gloria asintió a la invitación, con un gesto provocatívo de su cuerpo, y se dirigieron rápidamente con el destartalado jeep descapotado, al sitio sugerido por Clementino. Eran las 7 y 30 de la noche de ese fatídico domingo, era una noche reciente con ausencia de Luna, las luces delanteras de la vieja carcacha no funcionaban, y el único faro con que contaba el jeep, era el de emergencia del lateral izquierdo, las luces de freno, también brillaban por su ausencia, cuando este, se encontró con la que sería, la ultima curva de su vida, Clementino, con los ojos perdidos por el Cocuy, y por el espejismo de la Gloria desnuda, divisó fugazmente un resplandor con el rabillo del ojo izquierdo; tras sus ojos regresar a la carretera, y justamente antes de cruzar el puente, vió salir velozmente desde el borde de la misma, una gran marrana envuelta en llamas, de pronto, la cochina encendida se detuvo a mitad del camino, y clavó sus ojos envueltos en llamas, en los ojos aterrorizados del gordo Clementino; Gloria, no se había percatado de la situación, estaba muy ocupada pensando en sus tarde de lujuria entre los brazos de Ambrosio Apesares. Clementino, prácticamente paralizado por el terror, enterró su pie derecho en el pedal del freno, la carretera estaba empapada por el diluvio, que había comenzado horas atrás, los neumáticos del jeep derraparon por el asfalto mojado, el rústico comenzó a girar como un trompo desenfrenado, y salió disparado hacia la quebrada, que dejaba correr sus aguas enojadas, a punto de desbordarse por debajo del puente cabizbajo; la carcacha, dio vueltas violentas sobre si misma, hasta detenerse con una Ceiba; el vehiculo, finalizó su caida, con las cuatro ruedas mirando al cielo enlutado, cubierto de sombras y de lagrimas, los cuerpos de Clementino y de Gloria, permanecieron atrapados entre el rustico y la tierra, Clementino, no daba muestras de vida, pues su cabeza yacía inerte con el cráneo partido en dos, el que si mostraba signos de vida, era el cuerpo ensangrentado de Gloria que moría lentamente con lastimeros lamentos, el tanque de gasolina del rústico, tras partirse, dejaba escurrir a través de la maleza, el liquido de la muerte; los agonizantes ojos de Gloria, vieron pasar nuevamente a la cochina encendida, cuando un chispazo hizo contacto con la gasolina, y rápidamente incendió los alrededores del Jeep y a sus ocupantes, escuchándose los gritos de dolor y angustia de Gloria, después de un momento, todo permaneció, en angustioso silencio, solamente se escuchaba, el crujir de las ramas al quemarse, luego, el fuego en el lugar del siniestro fue apagado rápidamente por la lluvia pertinaz. Algunos vecinos se percataron de la situación, al ver a lo lejos las llamaradas, y tras llamar a la policía, se dirigieron al lugar a bordo de dos tractores. La escena era Dantesca, los dos cuerpos encontrados en el interior estaban completamente chamuscados. La noticia se esparció como la pólvora por el caserío y el pueblo vecino; ambos cadáveres achicharrados, fueron trasladados a la morgue del hospital Tiburcio Garrido de Chivacoa, y por las condiciones de los cuerpos, fue ordenado su entierro lo antes posible; el presidente del Concejo Municipal para la época, dió ordenes urgentes a los sepultureros del cementerio de Chivacoa, de cavar con carácter de urgencia dos fosas, pues por recomendaciones del Ministerio de Sanidad, ambos restos tenían que ser sepultados a mas tardar a las 9 de la mañana del siguiente martes, el aguacero torrencial continuaba cayendo sobre las tierras de Bruzual; los sepultureros, localizaron el lugar para comenzar a cavar las fosas para la desdichada Gloria y para el gordo Clementino; después de cavar durante casi todo el lunes, culminaron su tarea a las cinco de la tarde, pero viendo que no paraba de llover, colocaron unos plásticos sobre las recientes excavaciones sujetando los mismos, con piedras en cada una de las esquinas, y aun con los plásticos, se colaban las aguas turbias mezcladas de barro amarillo, formando dos improvisadas lagunas de 75 cm. De profundidad en el fondo de las dos fosas...ya no tan comunes.
Mientras todo esto ocurría, y ajeno a todos los aconteceres, Ambrosio se despertaba ese lunes, con el ratón posterior a un día de inolvidable locura, con la que era ya el gran amor de su vida, trastabillando, se levantó prácticamente a ciegas y se dirigió a la cocina, vio a su madre frente al fogón…y le comentó, - mamá…conocí ayer a la mujer de mi vida, estas vez si mamá, vas a ser abuela vieja…te lo prometo-,- jum, ve pá cree mijo, ve pá cree, toma comé- exclamó Gallardina, y le colocó sobre la mesa un plato repleto de caraotas refritas con queso, una arepa humeante, y un guayoyo recién colado, mientras almorzaba, Ambrosio, le relataba a su madre todas las bondades de su recién adquirido amor, momento que aprovecho la vieja, para reprocharle, por el robo de veinte bolívares, que tenia guardados en una media debajo del colchón; momento que aprovecho Ambrosio, para reconocer su culpa, y al mismo tiempo devolverle 30 bolívares a Gallardina, - mira mamá, tus veinte bolos, mas 10 que me dio Gloria, - se llama Gloria la condená, y trabaja, al menos hace lo que tu nunca hay jécho sinvergüenza, tu puro comé, ensuciá, dormí y cantá no juege -, al terminar de comer, la viejita se acercó nuevamente a la mesa, y le recordó a Ambrosio, - mirá muchacho, hay que prenderle la vela a las animas, hoy es lunes, háy te dejo diez bolos, compra una vela en la bodega y préndela, no se te vaya a olvida muchacho el carajo, y recordaté, tenéi que ofrecéla a la animas benditas del purgatorio, no a las ánimas na mas, porque pude entrá la que mientan el ánima sola, cuidáo-, y tras despedirse, se retiró a lavar en el patio trasero, un bulto de ropa ajena, acumulado desde hacia siete días. Ambrosio al salir de su casa, ni tan siquiera imaginaba todos los acontecimientos ocurridos el día anterior, lo que noto raro, era el incesante movimiento de un entrar y salir de personas de una capilla velatoria ubicada a escasos metros de su vivienda, y ni raudo ni perezoso, camino a la bodega de la esquina del cementerio a comprar una vela, y medio litro de Gloria, le había gustado el saborcito, sus recuerdos...su nombre, y se retiró nuevamente a su hogar, después de sentarse en la sala, y tomar la guitarra heredada por el templao, comenzó a entonar canciones de Solís, y a libar con Gloria el recuerdo de su Gloria; al cabo de un rato, recordó la promesa de la luz a las animas benditas, tomó la vela, la encendió, y mirando al caballete exclamó en voz alta - " Enciendo esta vela, a toitícas las ánimas,y traiganme a mi Gloria" -Alejado de la realidad que ocurría a su lado, el cadáver del gran y reciente amor de su vida, acababa de ingresar chamuscado a la capilla velatoria cercana a su domicilio, lugar escogido por las autoridades civiles, por ser el mas cercano al campo santo, y por la necesidad imperiosa de ser enterrados a primera hora de la mañana siguiente. El reloj de Ambrosio Apesares, marcaba las diez de la noche del lunes; Ambrosio, bajo los efectos alucinantes del cocuy, y pensando en su Gloria, se había olvidado de seguir las instrucciones exactas de Gallardina, al encender la vela de todos los lunes a las animas benditas del purgatorio, y procedió a continuar con la intoxicación etílica, con mas énfasis y fervor de los acostumbrados, pues estaba completamente embelezado de amor y de recuerdos, el interior de la sala era victima de un calor insoportable, y decidió sentarse sobre una silla en la acera de su casa; en ese preciso momento, paso frente a Ambrosio, tambaleándose de la borrachera su amigo y vecino “ El Corroncho”, que al verlo rascáo y cantando se le acercó, tras darse cuenta de su presencia, Ambrosio le preguntó - ¿Qué hora es corroncho?- , y este le contestó – faltan cinco pá las doce - , - ¡ah!, esa canción me la sábo yo - , y comenzó a cantar – faltan cinco pá las doce, el año va a terminá, me voy corriendó a mi casa, a abrazá a mi mamá, se acuerda compa…de Nestor Javarce, ¿no eldá? dijo Joselo -si, si compa eeldá-, lo que no recordó nunca Ambrosio, era que faltaban cinco para el martes, e incumpliría por primera vez la promesa a las animas benditas. El reloj marcaba las tres de la madrugada del reciente martes, y aun persistía la misma lluvia del pasado Domingo, si no con la intensidad de antes, era continuamente agresiva, cuando sus borrachos ojos, distinguieron una hermosa silueta que se acercaba desde la parte posterior de la empresa Molvenca, a lo lejos, la figura le parecía conocida, pero aun no la distinguían bien sus ebrios ojos, en realidad, la figura femenina se encontraba a unos treinta metros de Ambrosio, cuando este fue colocando en orden los ausentes sentidos perdidos hacia mas de 24 horas producto del alcohol, fue distinguiendo poco a poco el rostro de la mujer, y su interior se negaba a confirmar lo que iban aclarando lentamente su embriagada visión…era Gloria,- ¡no puede ser!-, se decía internamente, cuando el espectacular cuerpo de la mujer, desfiló por el medio de la calle ante a un incrédulo Ambrosio, la tentación pasó lentamente ante sus ojos, vestida con una bata blanca, descalza, y hablándole en un tono de escalofriante dulzura,- querido, vengo a terminar lo que empezamos ayer, sígueme- Ambrosio le contestó balbuceante – me, meee, mejor en la casa Gloria, esta lloviendo-, - ¿no sientes miedo por una lluviecita , verdad?, -- - no, no…quien dijo miedo-, respondió Ambrosio tembloroso, - conozco un lugar especial-, dijo la fémina, - ven, ven…apúrate – exclamó nuevamente; Ambrosio al escuchar las suplicas de su pasión, la siguió inmediatamente, lo que notaba extraño el galán de la guitarra, es que no podía alcanzarla, cuando se encontraba a centímetros de tomarla por los brazos, se alejaba dos o tres metros, Ambrosio no comprendía absolutamente nada de lo que sucedía, pero la pasión despertada la tarde del domingo pasado por esa incomprensible mujer, lo llevaba a continuar irremediablemente tras sus pasos, en esos momentos de aguda confusión de los sentidos, no se percató que inexplicablemente, habían entrado a los predios del cementerio municipal de Chivacoa, y que extrañamente, el portón permanecía abierto a esas horas de la madrugada, la linda muchacha caminaba de espaldas, frente al embelezado Ambrosio, como si conociese de memoria su destino final, la persecución se tornaba cada vez mas rápida, hasta que súbitamente, la hermosa mujer se detuvo, cara a cara con la cara del enamorado, la indomable mujer, dejo escapar una mirada penetrante, acompañada de una malévola sonrisa, Ambrosio, permaneció clavado ante sus pies, observando sus ojos de fuego, a solo centímetros de su rostro perdido, en esos momentos quería besarla, poseerla como lo hizo el pasado domingo, el ritmo de su respiración comenzaba a ahogarlo, su corazón iniciaba el ultimo galope de su vida, cuando en un abrir y cerrar de ojos, la mujer que hasta hacia un segundo se encontraba frente a sus ojos,había desaparecido mágicamente, desde ese momento, y hasta volverla a ver, transcurrieron escasos segundos, en ese lapso de tiempo, pudo observar, que la punta de sus alpargatas, se encontraban al borde de una fosa recién cavada, su vida se encontraba en el momento de quiebre, sintió una respiración caliente sobre su cuello, un calor de brasas recientes sobre su espalda, instintivamente, giró la mitad de su cuerpo, hacia atrás, hasta encontrarse frente a frente con la cara del espanto, quiso hablar, y su boca no articulaba palabras, lo único que podía distinguir de la cabeza chamuscada que estaba frente a su rostro, eran los dientes blancos que resaltaban en la oscuridad de la noche; se escuchó una carcajada espeluznante y una voz que gritaba, - ¡jaa, ja, ja…Ambrosio, estaremos juntos por siempre...por siempre!-; en ese preciso momento, el cuerpo del desafortunado, cayó de espaldas a la anegada fosa, los 75 cm. de agua amarilla, cubrieron el cuerpo de Ambrosio. A la mañana siguiente, sacaban el cuerpo de Gloria Barrancos, para ser enterrado en el cementerio municipal de Chivacoa, al momento de ser bajado por amigos el ataúd de Gloria, una combinación de olores a humo y azufre saturó el ambiente, y se dejó escuchar el silbido aterrador del anima sola a lo largo del barrio Peguaima. Cobraba una victima mas, el incorrecto cumplimiento a la promesa de todos los lunes al Anima sola. Al siguiente día, la madre de Ambrosio, interponía la denuncia por la extraña desaparición de su hijo, ante la Policía Técnica Judicial. El cuerpo de Ambrosio Pesares continua desaparecido, lo que nadie nunca supo ni jamás nadie sabrá, es que los restos de Ambrosio Pesares, están sepultados bajo los restos de Gloria Barrancos; unidos por y para siempre en la eternidad de los infiernos. En algunas ocasiones en el quinto día santo, y en domingos de borracheras cocuyeras, se les ha visto sentados alegres en la plaza ubicada frente al campo santo de Chivacoa. Si algún día visitan el pueblo de los espantos, no visiten la plaza de Peguaima en viernes santo, ni en domingos eufóricos de Gloria, cuídense...hasta la próxima.
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