I
Cruzó la mitad de tu rostro, el oculto, el que aun ama,
Aturdido, pesado, con cuatro huellas de bella dama,
Arrastrado por tu cuello, coronado por un laurel,
De manos de un caballero, de trayectoria infiel,
el umbral de mi noche.
os vi cansados de tiempo, volubles y añejos,
como cargando el peso de años…ya viejos,
de viejas cuentas de amor, cansadas de perdones,
encadenados a tres rosarios, y lidias de corazones,
flotaron en mi sueño…habló la flor.
Y sus esencias en mi noche,
impregnando todo,
posaron cautos sus labios mordidos,
susurrándole a mi oído,
los cuentos, de medio corazón desecho,
mientras narraba triste,
las jergas tras los conciertos,
a medio labio entreabierto,
pasaron largas las horas,
Oh! Palabra incauta. ¿Dónde duerme tu lengua?
¡No merece el aposento de mi razón!
la parte muerta de tu silencio,
llegó la madrugada,
con los fríos del desierto,
mojado de lluvia nueva,
cantó un gallo al mismo tiempo,
filtraron tímidamente,
luces nuevas de un sol naciente,
despertaron, tus ojos tristes de otrora.
Oh! fresca mirada cristalina y nueva,
recién bañada de fresco rocío,
flotó nuevamente su alma,
al despegar de mi pecho,
dio vueltas, miró el cuadro tras mi cielo,
y tras un beso de mis labios,
gimió la danza, cruzó saltando de alegría,
el umbral de un nuevo día.
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