Vistas de página en total

lunes, 15 de agosto de 2011

ANIMAS IV


La llave temblorosa apretada en la mano de Hemeserio Aprisa, intentaba encajar en la cerradura de la antigua puerta de madera de su vieja y pequeña casa colonial, heredada por su padre 4 décadas atrás, tras fallecer de un infarto al suyocardio. El cadáver de Hemeserio I, fue descubierto por Hemeserio II, al llegar de visita un domingo de todos los domingos de su vida, y percatarse del olor a muerto de tres días que manaba por los poros de los bloques de adobe de su futura e inesperada adquisición. La casa, estaba constituida por tres pequeñas habitaciones; en la primera, contigua a la puerta de entrada, se encontraba la cocina equipada con un fogón de leña, y paredes pintadas de color hollín; el comedor, ocupado por un largo mesón de madera, reflejaba junto al número de sillas, la membresía exacta del núcleo familiar de 7 posaderas y media; la segunda habitación, a la izquierda de la cocina comedor, era ocupada por Hemeserio II y su esposa Cleotilde, mujer rechonchona de carácter Apaciguado, que se había compenetrado a la perfección, con la risueña personalidad de su compañero de 40 años, y padre de los 4 partos de su vida, que ocupaban la habitación de la derecha, compuesta por 4 camas de madera, y una hamaca de colores perdidos, ocupada por Hemeserio III, único hijo de la menor de sus hijas, Eleseria Aprisa, que se había escapado de su casa un martes de carnaval hacia 8 años atrás, y cuya fuga nocturna, terminaría, con en el alumbramiento de un hermoso terror, que estuvo gestando en su barriga por nueve meses, y que hoy en día, era admirado y respetado por toda la familia Aprisa, por su inteligencia, honestidad y su terrible comportamiento, Hemeserio II, ya lo imaginaba como el director de la empresa familiar de sus sueños, “ Funeraria Aprisa “ ; también soñaba el hacedor de risas, con lemas publicitarios para sus sueños, como…” Muérase como quiera, serio, o de risa. Lo enterramos con misa, o sin misa…pero ¡muérase con Aprisa”…o cosas como…” Muera primero y pague después… hágalo lentamente o de prisa, pero entiérrese con Aprisa. “ . El trabajo de Eleseria, consistía, junto al de su padre, en practicar los chistes mas recientes del argor popular, aparte de los que se inventaban el par de cómplices. Las practicas Actorales, eran realizadas frente a un espejo de las ultimas miradas, ubicado justamente al lado de la puerta de entrada y salida de su querido refugio; el espejo, era la suma de recortes de muchos espejos partidos, y que, en definitiva, formaban un conjunto de 56 años de infortunios acumulados por 8 espejos rotos; frente al espejo, estaban estratégicamente ubicados 2 banquillos de madera, y sentados, padre e hija practicaban por horas antes del anochecer, el velorio próximo reciente. El particular oficio de Hemeserio II, consistía específicamente, en hacer reír con cuentos y chistes, a conocidos y familiares, que usualmente se reunían en las afueras de la funeraria Don Rafael, apilados en círculos de sillas metálicas, sobre una acera ancha y gris frente al recinto mortuorio, otros, se colocaban en la parte interior en sillas y sillones, emitiendo coros celestiales, con los rezos dirigidos por Epifanio Aprisa, el menor de los varones, que había aprendido desde muy joven el arte de rezandero, oficio que realizaba a la perfección, pues los adornaba, con actuaciones de carácter melodramático, que prácticamente, hacían llorar a presentes y ausentes, incluyendo a algunos velados, que en varias ocasiones, se les vieron correr lagrimas por las mejillas de rostros Verdi grisáceos, maquillados personalmente con polvos y coloretes, de la mano del mayor del clan de la muerte, tomados en calidad de préstamo de los bolsos de sus dos hermanas; maquillaba bien a hombres y mujeres fallecidos; arrastrados por remolinos de remordimientos, conciencias atormentadas por vidas mal habidas y dudosos procederes. Asdrúbal Aprisa, el segundo de los varones de la familia eternamente enlutada, tenía como oficio. La preparación de muertos; esta consistía, en la inyección al cadáver de 2 frascos de formol, para después de una lavadita con agua y jabón azul, colocarle el último traje en el mundo de los vivos, previos a su presentación en la sociedad del mas allá. Preparando un difunto, el primer domingo de el mes de Agosto de 1970, escuchó tras bastidores, la conversación del dueño de la funeraria, con Arpegio Villalondo, hijo mayor de la señora Ernestina Bermejo de Villalondo, viuda de Don Nicolás Bermejo, poseedor de 20 hectáreas ubicadas en las adyacencias del caserío La Bartola; dedicándose en vida, al cultivo del maíz y al engorde de ganado vacuno; al morir Don Nicolás, le dejaba a su esposa una vida acomodada, encargando esta, a su hijo mayor, Arpegio Villalondo para el manejo de la subsistencia familiar. Tras escuchar, la condición critica de doña Ernestina, díjose internamente Asdrúbal – tengo que avisar a apá, se muere la vieja Erne - ; La doña, pereció la madrugada del domingo. Don Rafael, apuró la salida del muerto anterior, para comenzar la preparación y posterior velación de la viuda de Villalondo; el pueblo, estaba consternado por la noticia, que había corrido como pólvora por todas las latitudes de la zona. Tras dar la nueva a su padre, se dirigió nuevamente a la funeraria a comenzar la preparación del cuerpo de Doña Ernestina. Mientras tanto, en la casa del verdugo de la seriedad, Hemeserio se sentaba frente al espejo junto a Eleseria y Hemeserio III a practicar e inventar chiste tras chiste; los muros de la casa y el espejo, se estremecían con las carcajadas del trío, y al mismo tiempo, recordaba Hemeserio, lo mucho que odiaba a la vieja Ernestina; esta, se había encargado durante toda su vida, de criticar las practicas de Hemeserio en los velorios, de dedicarse a hacer reír a los presentes en momentos de dolor. Al mismo tiempo, Esperanza, la otra fémina del matrimonio, se afanaba junto a su madre, en confeccionar un lazo luctuoso, y un cordón de muerto especiales para la velación de doña Ernestina. Eran las 2 de la tarde del segundo lunes del mes, día que seria imborrable para la familia de las risas y las tristezas; la tarde, estaba cubierta por un velo de nubes grises y llorosas, como suele suceder, en los preámbulos de los entierros de personas con significativa importancia en la sala de espera de los infiernos. Hemeserio II, antes de retirarse a descansar tras la cortina que le auguraba el sosiego, recordó la promesa al anima sola, y ordenó a Eleseria, encender la vela de todos los lunes del resto de su vida, e invocarla en su nombre; Ele, fue a un estante adornado de telarañas ubicado en una de las esquinas de su cuarto, y regresó con una vela de lunes nuevo, comprada esa misma mañana en la bodega de Nicanor; la muchacha, sin percatarse de la acción que iba a ejecutar, se colocó de rodillas frente al espejo 8 veces partido, encendió la vela, realizó la invocación, y la enterró en una bola de cera derretida frente al espejo; lejos estaba la muchacha de conocer el error crucial que acababa de cometer, y se retiró a chismosear con su madre y hermana sobre los acontecimientos por suceder. Asdrúbal, se afanaba por hacer entrar el tronco rígido de Doña Ernestina, en el trapo dominguero de la señora, era el mismo vestido verde esmeralda, con que la habían visto caminar orgullosa por la plaza Bolívar, en los atardeceres de misa de 6, en la ciudad de Chivacoa, tierra de brujos y de espantos, de creyentes y no tanto, paseando orgullosa, enlazada del brazo de Don Nicolás, las nuevas joyas y accesorios adquiridos recientemente, por encargos de su marido en los Paríses y las Romas. Tras finalmente cuadrar el vestido en el cadáver, Asdrúbal se quedo mirando fijamente el rostro de la dama, e imagino los momentos de dolor y tribulación, que precedieron la muerte de la mujer; el ceño fruncido, las fosas nasales extendidas, como el bufeo de un toro, antes de atacar la tentación de un capote extendido, la punta de las comisuras de los labios, apuntando hacia su mentón expandido; al ver el rostro, Asdrúbal, intentó disimular tanto dolor, introduciendo en las dilatadas fosas nasales de Doña Erne, dos bolas de algodón saturadas de formol, también, trató de disimular la tristeza del rostro, pero todos sus amagos fracasaron, y dejándola ya como estaba, pensó- bueno, hice lo que pude…no se le pueden pedir ciruelas al algarrobo-, Caminó a la oficina de Rafael, y le notificó la culminación del trabajo. Antes de retirarse, Rafael le recordó avisarle a Hemeserio, de enviar a millón con Eleseria, el lazo y el cordón de muerto, y tras una señal de aprobación, se retiró rápidamente el preparador. Minutos después, y cuando marcaba el reloj las 5 de la tarde, entraba nervioso Asdrúbal a su casa vociferando…- ¡Eeepa vale!, ¿ya están listas esas vainas?- , sii –contesto Espe-, ¿ y donde ta Ele?-, en ese momento, entro Eleseria del patio, y le ordenó Asdrúbal – llevále las vainas a Rafael…anda Arrecho-, la muchacha se encaramo en las chancletas, y rápidamente llevó el urgente pedido a la funeraria; al mismo tiempo, Cleotilde, despertaba a Hemeserio, y le recordaba la razón de su existencia; el hombre se levantó a regañadientes, y tras agarrar una toalla, se dirigió a darse un baño en el patio, en una pluma ubicada al lado derecho de la batea, mientras dejaba escurrir el agua por su cuerpo, lo restregaba con un cedazo añejo de usos …mientras recordaba y repetía en voz alta, los chistes a estrenar minutos después; cuando entró nuevamente a su cuarto, Ya Cleotilde tenia preparada, la que llamaba, la muda de los muertos especiales, que consistía, en un par de medias negras, un interior manga larga, una camisa blanca, y un sobretodo negro, que se encargaba su compañera, de mantenerlo con un carácter de inmaculada impecabilidad. Después de vestirse, se dirigió al espejo cercano a la puerta, se unto bilcrín por los laterales de su calva coronaria, y se canchó su pelo e’ guama negro; antes de salir, miró con el rabo del ojo izquierdo, el reflejo de la vela del anima sola en el espejo partido, la vela herida, se lo notificó a Hemeserio con dos extraños chispazos, en ese momento, tuvo un mal presentimiento, la piel se le torno de gallina, se persignó por penúltima vez en su vida, se despidió de su amor, y al llegar a la calle, enfiló sus lustradas botas hacia la funeraria, que paradójicamente, se convertiría en el lugar de su ultima risa. El reloj de Hemeserio, marcaba las 8 de la noche…faltaban 4 horas para el martes, a tan solo una cuadra para llegar a su objetivo, levantó nuevamente el rostro, y vio a lo lejos a las personas ya apiladas en circulo, sobre la acera de la funeraria, esa noche, tomando en cuenta la popularidad del cadáver, contaría, con una audiencia notable para dar rienda suelta a su espectáculo; al llegar, y tras saludar con un fingido dolor a los presentes externos, procedió a entrar a lugar donde se encontraba el cadáver de Doña Erne, rodeada de sus mas queridos afectos, entre quienes se encontraba sus hijos y nietos; Heme, después de expresarle el mas protocolarizado de los pésames a sus deudos, caminó respetuosamente hacia el ataúd, y tras despojarse del pelo e’ guama e inclinarse para ver bien el rostro de Ernestina, pensó - al fin te veo donde quería, vieja del zipote, hoy me reiré en tu nombre, y Haré que los que están afuera…se mueran de risa sobre tu memoria -, y tras persignarse por ultima vez ante el féretro, caminó nuevamente al exterior, y comenzó el show del comediante. Una hora después, los tres círculos de sillas, se habían convertido en uno solo; Hemeserio había tomado el control de auditorio, poco a poco, doña Erne y su urna se fueron quedando solas en el interior, hasta que el abandono fue total, todos se encontraban alrededor de Hemeserio destornillados de risa, carcajadas que podían escucharse a tres cuadras a la redonda. El cansancio comenzó a mermar el regocijo de las risas, y Hemeserio observó nuevamente su reloj, faltaban 5 para el martes, y tras asustarse por el incumplimiento de la promesa del anima sola, respiro con alivio, al recordar la imagen de la vela reflejada en el espejo, antes de abandonar esa noche, por ultima vez su casa, lo que jamás imagino el comediante, es que la promesa estaba rota, como roto estaba el espejo, frente al que se colocó la vela. Como rota quedo la visión de cepillarse el cabello con la derecha diestra, cuando realmente se cepillo con la zurda, cuando golpeó la punta del sombrero con el medio de su mano derecha, cuando realmente lo golpeó con el medio de su izquierda, cuando los llantos se convertirían en risas y las risas se convertirían en llantos, la maldición de los espejos, de reflejar…exactamente lo contrario. El reloj, indicaba que el neonato martes, cumplía tres horas de nacido, fuera de la Funeraria, solamente permanecían 2 personajes callados, sentados de frente mirándose los rostros cansados, por una larga jornada de risas, Hemeserio informo a Ubaldo, el guachimán de los muertos, que estaba muy cansado, y que antes de retirarse, iba a pasar por la cocina a recolectar lo que había sobrado del banquete de las risas, este le recordó separarle 4 cachitos para los muchachos; Heme, tras asentir con la cabeza, ingresó nuevamente al salón velatorio, tras pasar nuevamente frente al cajón, percibió un ruido lejano semejante a un tenue golpeteo de nudillos sobre madera, el agotado Bufón, no le dio mayor importancia al echo, y continuó su camino hacia la cocina, al llegar, encontró sobre la mesa una bolsa con 10 cachitos, y un termo lleno de chocolate reciente, colocó el termo dentro de la bolsa con los cachitos, y salió nuevamente, con el desayuno completo para su familia; al cruzar nuevamente por el salón donde se encontraba la urna, se percató tembloroso, que solamente iluminaba el féretro una sola vela detrás de la cabeza de Ernestina, la mente nerviosa de Hemeserio, comenzó a justificar la macabra visión – entró un ventarrón y apago las otras velas de la veladora - , mientras mas razonaba con justificaciones lógicas, mas ilógico se convertía su mundo, su corazón galopaba desbocado, y sus ojos permanecieron clavados en la urna de Ernestina, cuando una voz ahogada y profunda retumbo en los oídos incrédulos de Hemeserio, la voz de ultratumba mencionaba su nombre, y decía…- Ven Hemeserio…ven, quiero verte por ultima vez…acércate…ven -, Hemeserio, finalmente no resistió la tentación de los gatos, la curiosidad, dejo caer la bolsa, y arrastró lentamente sus botas, hasta colocarse frente al rostro de Doña Ernestina, de repente, la muerta abrió los ojos, la esclerótica de Ernestina estaba de rojo incandescente, los tapones de algodón de sus fosas nasales, saturados de una sangre verdosa, dejaron escurrir dos gotas gruesas, hacia la dirección de su boca; viró violentamente la cabeza buscando el rostro de Hemeserio, y la comisura de los labios comenzó un movimiento ascendente, hasta apuntar a sus dos pómulos morados, y se escucho una risa escalofriante, después... se escuchó un grito de ultratumba…¡ Hemeserio…mi veela!, el corazón del comediante no pudo mas, su cuerpo cayó sobre la urna, al caer el ataúd, Salió también disparado el cadáver del espanto, y ambos cuerpos inertes rodaron por el piso frío de la funeraria, al momento de sucederse los acontecimientos nadie se percató de la situación; cuando despertó Ubaldo y vio lo sucedido, un olor a azufre rancio saturó el ambiente, y se dejo escuchar el silbido aterrador del anima sola, los rostros de los dos cadáveres después de rodar, terminaron colocados de frente uno al otro, rozando levemente sus heladas narices, el rostro de Hemeserio, reflejaba la seriedad que nunca tuvo a lo largo de su vida, y murió, haciéndole honor…a su apellido, Aprisa...y de risa; el cadáver de Ernestina, todo lo contrario a como lo dejo Asdrúbal…sonriendo de felicidad. A ambos, se les ha visto sentados tomados de las manos, de frente en dos sillas de metal, sobre la acera de la funeraria, en madrugadas santas, a Hemeserio, con la seriedad como castigo para la eternidad, y a Doña Ernestina, con una carcajada amarga, tratando de hacer reír en el infierno, al que en vida fuera…el paladín de la risa. Si alguna semana santa cualquiera, pasan de madrugada por la avenida 9 con calle 15, no miren a la izquierda… pudiesen ver comprometidos sus corazones, y morirse de un susto…o de risa. El anima sola cobraba una victima mas en la tierra de los mitos y las leyendas, de los sustos y los espantos…de las risas…y los llantos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario